Bernard Law Montgomery fue un extraordinario comandante en el bando aliado durante la Segunda Guerra Mundial. Supo leer perfectamente el campo de batalla y demostró una flexibilidad táctica fuera de lo común. Siempre mostró una fuerte preocupación por el bienestar y las vidas de sus hombres, procurando que éstos entrasen en combate en las mejores condiciones posibles. Su meta era la victoria, no la gloria.
No cuidaba en absoluto sus relaciones con la prensa ni con sus superiores. Estaba muy por encima del rígido sistema de castas imperante en el Ejército británico y norteamericano, lo que le granjeó no pocos enemigos. Pero sus superiores se lo toleraban todo pues les proporcionaba victorias.
Llegó a transformar al derrotado Octavo Ejército en una máquina de guerra que acabaría con el Afrika Korps de Rommel. Su planificación de Overlord fue perfecta, su estrategia en Normandía propició la victoria aliada y su plan de avanzar hacia Berlín con 40 divisiones podría haber acabado la guerra en 1944, pero la política se impuso, sintiéndose humillado al perder el mando de las unidades americanas en beneficio de comandantes menos capaces.
“Sin Monty jamás lo hubiésemos conseguido…” llegaron a afirmar muchos de sus compañeros y aliados al finalizar la Segunda Guerra Mundial
